lunes, 6 de septiembre de 2010

Desde Honduras

Te amo mi niña hermosa, que tengas buen día.
Date: March 6, 2007


El estrés me lleva a ocupar cada segundo hábil del día, de otro modo no salgo. Yo me erijo como mi principal juez y no puedo desviarme un sólo momento de lo que tengo que hacer, pero entonces mi vida se llena de estrés y los míos se quedan fuera. Es por eso que me rebelo a mi mismo y dejo todo de lado para escribirte. Siempre que escribo tengo que estar dedicado a hacerlo o de otro modo, lo voy haciendo por pausas que me torturan porque dejo incompletas las frases y siento que no cobran vida, que las frases no nacen y se quedan en el limbo esperándome, son un producto inconcluso de mi y por eso sufro, sufro si las frases se quedan a la mitad. Aunque ahora que el Vaticano decidió que el limbo no existe, pues, más tremendo porque entonces, ¿dónde se quedan mis frases?, por lo menos antes tenían dónde quedarse, ¡ahora ni eso! Lo realmente importante es que tarde o temprano te escribo, no tanto qomo antes, y eso te aflije, pero no hallo cómo sincronizar mi estrés con el tiempo para escribirte tanto como lo hacía. Quizá si me convenciera que no es necesario un tiempo definido, exclusivo, sólo para tí, sino que puedo ir tratando de hilar frases sin preocuparme por que tengan una misma lógica de principio a fin, un mensaje consistente, entonces tal vez podría escribirte más seguido. Me aflije no escribirte como quisieras y no escribirte se convierte en un pendiente que se adiciona a la larga lista. Ahora escribo sin detenerme a pensar, escribo lo que viene a mi mente y ya. Esto es parte de la "departamentalización" de mi cerebro, de cómo debo dedicar el tiempo para una cosa y hacerla no sólo bien, sino muy bien o de otro modo, mejor no la hago. Es un reflejo de lo mismo que me sucede con la organización-hijos-tú, este triángulo celestial que es de conjunto el motor de mi vida, que a veces se convierte en mi infierno porque no logro quedar bien con ninguno.
Ahora quiero pensarte como mi diosa que eres, quiero beberte como el elixhir del amor que me traslada a la dimensión en donde todo mortal quiere permanecer siempre, en ese juego de la imaginación en el que el tiempo se trata de elongar para no dejar de desprenderme de ti, de tus besos, de tu olor, de tus labios, ese segundo que se le gana a la vida cotidiana, que se le arrebata al día a día como un trofeo, ese momento inmediato anterior a levantarse de la cama, ese preciso instante en el que debemos separarnos para actuar como simples mortales, ese es el momento en el que debo dejar de escribir y no quiero dejar de hacerlo, pero tengo que hacerlo y entonces en un grito interior, elevo mi voz y por lo menos para que quede el eco, te digo: Te amo mi niña hermosa, que tengas buen día.  




Jo